lunes, 29 de octubre de 2007

El emprendedor

Me despierto durante el día, observo a mi alrededor. Salgo a estudiar y a realizar las otras actividades que me gustan. Veo a mis padres todos los días levantándose para trabajar, día tras día. De la misma manera, veo cientos, miles y miles de personas haciendo lo mismo, despertándose, trabajando, durmiendo, despertándose, trabajando y una vez más. Claro, si no, ¿de qué otra forma vamos a vivir?

Veo también que las personas sólo encuentran un sentido a su vida: la felicidad. Felicidad en cuanto realización, sin importar religión o cultura, simplemente deseamos estar bien. Aquí entra el dinero. El dinero, dicen muchos, causante de todos los males, es el ente que muchas personas buscan. Se levantan todos los días a trabajar por dinero, le temen al dinero, le es imposible manejarlo, se escapa de sus manos, crea deudas, conflictos, "el dinero no me alcanza", dicen.

Ahora, como sabemos, dinero no es igual a felicidad. La felicidad se construye en nosotros mismos, con los seres que queremos, con lo que hacemos y nos gusta hacer. Viendo a otros sonreír. El dinero no es felicidad, es cierto.

Sin embargo, no podemos decir que el dinero no es una parte importante de nuestras vidas. Es interesante que las personas que dicen que "el dinero es el gran mal" son las que se levantan todos los días a trabajar por conseguirlo. Opino que eso no es felicidad. No es felicidad depender de un trabajo para poder obtener dinero. Felicidad es pasar tiempo con tus seres queridos, felicidad es poder criar a tus hijos y no tener que dejarlos con la criada porque tienes que ir a trabajar, felicidad es poder hacer lo que a ti te gusta y no sentirte obligado a trabajar por dinero.

Esa es la motivación que tengo para decirme "no quiero seguir en lo mismo que la mayoria de gente" y, por consiguiente, "tienes que emprender una nueva accion". Quiero hacer las cosas que me gustan. Incluso trabajar, sí, pero trabajar porque me gusta y no para pagar cuentas o porque no me alcanaza para comer. No quiero despertarme pensando "si no trabajo hoy no tendré para comer". Quiero ser un emprendedor. Salir y hacer que el dinero trabaje para mí. Desde mi viaje a Brasil, que por cierto fue hace unos tres meses, me di cuenta de que conocía muy poco del mundo en el que estaba parado y decidí algo: quiero viajar por el mundo, cantar, hacer magia y dibujar. Y quiero que mis hijos sean felices y aprendan de la vida lo que yo aprendí.

Mi vida se transforma desde ese instante en el que decido transformarla y decido cambiar de rumbo, decir "quiero vivir con una preocupación menos", decidirme a cumplir con los objetivos que algún día me planteé y dije "puedo hacerlo, lo haré". Por esa razón decidí entrar en el mundo de los negocios, específicamente el de Mercadeo en redes.

Es interesante cómo muchas personas entienden muy poco acerca de este mundo que estoy descubriendo hace unos meses y de sus alcances. Mi función es enseñar a otros cómo ser buenos dueños de organizaciones. Lo bueno, es que todos pueden hacerlo. Este tiempo ha sido para mí una gran lupa que me ha hecho ver lo que antes era invisible: llegar a triunfar económicamente no es un hecho inalcanzable. Está en mis manos. Y me comprometo a enseñar a todos los que quieran cómo hacerlo.

El emprendedor despierta en mí, se hace grande, se vuelve cada vez más fuerte. No se detendrá: podré caer, pero me alzaré una vez más hasta llegar a las estrellas.

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